Se trata de una pregunta que suelen hacerse los clientes, sobre todo los que no tienen experiencia en este tipo de instalaciones. En este artículo, explicaremos a qué se debe su coste y demostraremos que se trata de una cantidad de dinero más que justificada.

El precio de realizar una instalación de producción cumpliendo requerimientos de Sala Blanca no tiene porqué elevar los costes respecto a una instalación de producción convencional (que no cumple con las características que le confieren a este recinto la denominación de Sala Blanca o Sala Limpia).

Las Salas Blancas han sido prácticamente obligatorias en algunos sectores típicos como el Farmacéutico, Aeroespacial, Defensa, etc., aunque actualmente hay muchos otros sectores que empiezan a darse cuenta de los beneficios que pueden provocar en sus productos trabajando en un recinto de este tipo y, por ende, en las posibilidades de llegar a otros mercados, logrando así incrementar sus ventas. Es entonces cuando el cliente empieza a considerar seriamente la inversión en una instalación de este tipo, a veces “exclusiva” en su sector.

El precio de una instalación de Sala Blanca, siempre y cuando hablemos de unas exigencias de limpieza o de clasificación bajas, según la Norma en uso ISO 14644, no tiene por qué ser desorbitado respecto a otro tipo de instalaciones de producción no consideradas oficialmente como tal. Dicho coste de instalación y mantenimiento depende de tres factores que, si no son únicos, sí son diferenciales:

1. PREVISIÓN DE ESTA INVERSIÓN.

En todos los casos la conversión de un espacio ya utilizado sin estos requerimientos a otro que los cumpla, requiere una inversión mucho mayor que si se considera desde el inicio.

2. ESPACIO DISPONIBLE PARA LA INSTALACIÓN.

El espacio disponible para realizar una instalación de Sala Blanca influye de una manera muy importante en el precio de la instalación ya que, si bien los servicios a instalar son muy evidentes y sencillos, la forma de instalarlos se complica dependiendo del espacio disponible.

3. USO FINAL Y AMORTIZACIÓN DE LA INVERSIÓN.

Es normal asociar la fabricación en Sala Blanca a un elevado costo tanto de instalación como de mantenimiento. Efectivamente podemos estar de acuerdo en lo segundo tratándose de instalaciones que deben funcionar de forma ininterrumpida 24 horas/día y 365 días/año, y que necesitan de un mantenimiento fiable para cumplir con los parámetros de diseño exigidos durante todo su ciclo de vida útil.

Si lo pensamos fríamente, en empresas donde se trabaja desde 3 a 5 turnos no habría demasiada diferencia entre el coste de conservar una instalación convencional aclimatada y una instalación de Sala Blanca. Sin embargo, en aquellas donde solo se trabaja un turno y existe la “obligación” de tener la instalación funcionando de forma continuada, es donde hay que evaluar el precio a la hora de afrontar esta inversión.

Es importante explicar en estos casos al cliente que existe la posibilidad de minimizar el precio/hora del funcionamiento. Se puede conseguir mediante sistemas de ahorro que puedan garantizar la clase requerida, sin tener que sufrir el costo energético que supone, por ejemplo, el mantenimiento en rango de las temperaturas o humedades interiores.

Volviendo a los factores principales comentados anteriormente:

1. PREVISIÓN DE ESTA INVERSIÓN.

El hecho de prever la necesidad de este tipo de instalaciones nos va a suponer un ahorro en el coste inicial de instalación de una Sala Blanca ya que, actualmente con los sistemas de arquitectura que se usan para su construcción, los gastos no difieren demasiado y, hasta a veces son inferiores, entre una instalación con paneles modulares tipo oficina u obra civil a una realizada con acabados pretendidamente “limpios”.

Sí es cierto que, si la primera inversión no ha tenido en cuenta este aspecto, el hecho de conseguir sobre una instalación convencional existente una Sala Blanca suele resultar de elevado coste. En cualquier caso siempre será pensando en que ya una vez realizada una inversión inicial no idónea, se deba invertir de nuevo en su conversión, bien por nuevas necesidades o no tan nuevas pero que no estaban previstas en un inicio de desarrollo del proyecto de inversión.

2. ESPACIO DISPONIBLE.

Este aspecto va directamente relacionado con el punto anterior: si disponemos de espacios diáfanos para la realización de un proyecto de Sala Blanca, el precio de instalación es similar o ligeramente más elevado sobre una instalación convencional (siempre y cuando a esta última se le pidan las mismas condiciones que a una Sala Blanca mínimamente validable, en lo que se refiere a mínimos de limpieza y control de temperaturas).

Si partimos de espacios complicados ya existentes con otros tipos de instalaciones en su interior, el proyecto se vuelve más laborioso, puesto que las soluciones a dar por parte del instalador especializado suelen ser más costosas con el fin de conseguir el máximo aprovechamiento de lo existente en casa del Cliente.

3. USO FINAL Y AMORTIZACIÓN.

Uno de los aspectos más importantes de los mencionados hasta ahora. Si el hecho de fabricar, producir, controlar algo en el interior de un recinto considerado Sala Blanca puede repercutir en nuestro producto final de alguna forma, habría que considerar si el costo de este tipo de instalaciones no viene compensado sobradamente con los benéficos que produce su utilización.

El trabajo en una sala blanca puede suponer para una empresa unas mejoras en puntos tan importantes como son:

  1. Número de rechazos sobre el producto fabricado.
  2. Modificación de la caducidad en el caso del sector alimentario.
  3. Garantizar una calidad contrastada de los productos puestos en el mercado, dando una alta seguridad tanto al posible intermediario como al consumidor final.
  4. Diferenciación en el Mercado sobre otros fabricantes que no realicen sus operaciones en una instalación de este tipo.
  5. Cumplimiento de Normas específicas que hagan abrir nuestro mercado inicialmente considerado a otros más interesantes y a veces más exigentes, como puede ser el mercado de EEUU, el cuál está controlado por una legislación regulatoria, proteccionista y exigente, basada en la Reglamentación interna denominada FDA.

Seguramente alguna de estas cinco razones encajará en el Sector al que pertenece el lector de este artículo y podrán aplicarse en cada caso haciendo uso de una única razón o la combinación de varias de ellas.

En conclusión, hay muchos tipos de Salas Blancas y no todas tienen que ser de una exigencia máxima en su clasificación y requerimientos según Normativa, pero sí es posible afirmar que es sorprendente el resultado sobre el producto en todas sus facetas cuando se usan este tipo de instalaciones.

Importante y basado en la experiencia de más de 25 años en este mercado, podría concluirse que:

NI TODAS SIRVEN PARA TODO, NI HAY NECESIDAD DE AUTORREGULARSE EN EXCESO”

Las Salas Blancas menos exigentes no tienen porqué tener un coste elevado siempre y cuando se tengan en cuenta las consideraciones antes mencionadas y se esté bien asesorado.

Por poner un ejemplo: ¿No nos daría mayor tranquilidad si supiéramos que los productos que consumimos habitualmente están fabricados en una sala blanca certificada?

Fdo. Juan Carlos Carballo Tejero
Ingeniero Industrial
Director General INGELYT S.L.

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